
R.N.T. 141492

"Más que huéspedes, mujeres inspiradoras.
En este día especial, nuestro homenaje a su grandeza."
¡Feliz día de la mujer!
Conoce nuestra Historia
A quien pregunte por el Gran Hotel en Medellín, le indicarán que se dirija a la calle Caracas, en su cruce con la avenida Oriental. Allí, flanqueado por torres residenciales, verán elevarse un edificio de 15 pisos con balcones que sobresalen de su fachada. Como ha estado ahí desde la década de los 70, ha albergado en sí no solo huéspedes, sino también incontables memorias de ciudad.
Pero más allá de esa maciza estructura blanca, se encuentra su verdadera historia, de la cual sería imposible hablar sin recordar a las personas que están detrás de su nombre.
Los comienzos del Gran Hotel
En la Medellín de la segunda mitad del siglo XX, en una urbe pujante y con la mira puesta en el desarrollo, Guillermo Uribe Arango era un hombre de negocios, dedicado a su familia y a hacer realidad sus sueños, alguien que representaba a la perfección el ideal antioqueño de progreso.
Si bien Guillermo tenía una cafetería y una joyería que le generaban ingresos estables, su fuerte y pasión era la compraventa de propiedad raíz. De él se decía que era un visionario de cálculos infalibles, por lo que sus allegados se sentían con suerte de poder contar con su asesoría.
Fue de este modo que llegó a la isla de San Andrés, acompañando a un colega que quería ver unos terrenos en venta. “Octavio, no invierta para ese lado que la isla se va a desarrollar es para el otro”, le aconsejó en ese entonces Guillermo a su amigo.
Pese a que pocos creyeron en su intuición, este visionario confió en sí mismo y decidió comprar algunos lotes. Y sobre estos pedazos de tierra insular, el hombre escogió arriesgarse y materializar su idea. Junto al mar fue el nacimiento de un sueño al que le dio el nombre de Gran Hotel.
“Una de sus cualidades era la de ser un visionario. Lo llamaban de un pueblo, y él iba y se montaba en alguna montañita y luego decía ‘esto sí te conviene, por aquí va a pasar una vía´ y uno se quedaba aterrado como a los años lo que decía que pasaría, pasaba”, Cecilia Uribe Mejía.
No hubo que esperar demasiado para ver el fruto de la buena apuesta. Conforme creció la pasión de Guillermo por la hotelería, también creció el éxito de su hotel. Siempre tenía la ocupación completa, ayudado por los múltiples visitantes que llegaban a San Andrés en la búsqueda de productos sin impuestos para revender en el interior del país.
Y para que no le quedarán grandes las tareas que llegaban con el nuevo emprendimiento, Guillermo invito de socio a su hermano. Cuando alguno no podía hacer el vuelo de seis horas en avioneta de dos motores desde Medellín para ir a gestionar el negocio a la isla, el otro se encargaba.
El éxito también dependió de mujeres trabajadoras y determinadas, las antioqueñas Ángela Mejía Vásquez, esposa de Guillermo, y Gisela Vidal Urrea, esposa de Mario. Durante los incontables viajes de trabajo de Guillermo, su esposa se quedaba en Medellín a cuidar de sus hijos, una familia que cada vez crecía más. No pasaría mucho hasta que los hermanos Uribe comenzaron a plantearse la idea de acercar la empresa a Medellín.
Traslado a Medellín
Con la idea de traer el hotel a la ciudad, Guillermo compró una clínica de urgencias en Medellín, quedaba en la antigua carrera Caldas, entre la Playa y Colombia, a escasos metros de la clínica Soma. La propiedad nueva era grande, con 11 habitaciones, aunque su creativo dueño terminaría por agregarle un segundo piso, incrementando este número hasta 27. Así, el 9 de octubre de 1965, se abrió el primer Hotel Gran Hotel en la capital antioqueña.
A medida que los hijos de Guillermo crecían, él los involucró cada vez más en el negocio. Él se había encargado de cultivar en ellos la hospitalidad y la importancia del buen trato, procuraba llevarlos con frecuencia de paseo por Colombia para que pudieran experimentar por sí mismos la diferencia entre una buena y una mala atención a los huéspedes. Así, el lema del Hotel se convirtió en “toda una familia a su servicio”.
Solo dos años después de su apertura, se supo que se construiría la avenida Oriental, la primera vía de alta capacidad de la ciudad. El Gran Hotel entraba dentro del trazado y estaba destinado a desaparecer.
En lugar de ver esto como un problema, Guillermo se aseguró de adquirir otra propiedad para trasladar el hotel. Consiguió una casa antigua sobre la calle Caracas y se propuso construir allí un edificio. Pero como su proyecto era ambicioso, sabía que no acabaría de forma rápida.
Aunque la obra del nuevo edificio comenzó incluso antes de que terminara la década de los 60, los altos costos impedían que se acelerara el proceso. A sabiendas de que necesitaría flujo de caja para poder concluir su proyecto, Guillermo adquirió un hotel ya construido y lo adaptó a sus necesidades.
Así fue como nació el Hotel Casa Dorada, que abrió sus puertas en octubre de 1974, con 66 habitaciones. Estaba ubicado en la calle Colombia, entre Sucre y Junín, y fue llamado así en memoria del nombre que previamente había tenido el lugar, La Maison Dore. Con los ingresos provenientes de este sitio fue posible continuar con la terminación del nuevo Gran Hotel.
Y aunque para 1976 el nuevo edificio del Gran Hotel aún no estaba listo, los Uribe pusieron al servicio algunas habitaciones de las primeras plantas, esto con el fin de acomodar residentes que vivían en el Hotel Bolívar, pero que habían tenido que salir allí puesto que este se encontraba en huelga. Aunque de forma rudimentaria, se podría decir que fue en ese momento que se dio comienzo a las actividades de la sede del Gran Hotel que hoy en día conocemos.
“El Gran Hotel lo abrimos alquilando habitaciones para residentes. Pusimos un anuncio en la prensa informando que se alquilaban habitaciones por meses. Vino una señora gringa que no le hablaba a nadie, no le entendíamos porque no hablábamos inglés. Pero se le alquiló una habitación y ella estuvo varios años viviendo aquí sola con el vigilante”, Cecilia Uribe Mejía.
Sería hasta finales de 1977 que la situación cambiaría determinantemente. De forma sorpresiva, la delegación de Puerto Rico que asistiría a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, se puso en contacto con Guillermo para hacerles una propuesta a la que no podrían negarse.
“Le dijeron a mi papá que querían alquilar el hotel completo para las familias de los deportistas de su delegación, que les informáramos cuánto sería el total y que ellos nos pagaban por adelantado lo necesario para terminar de habilitar las habitaciones”, Cecilia Mejía Uribe.
La familia se puso manos a la obra, incluso cosiendo por su cuenta sábanas y cortinas, así en ocho meses lograron acondicionar lo que faltaba. En julio de 1978, recibieron a los esperados huéspedes y el hotel puso a disposición 120 habitaciones, el restaurante y la lavandería.
Por 15 días el trabajo no dio tregua a los Uribe. A cualquier hora del día, los pasillos estaban inundados de caras, unas victoriosas, otras nerviosas y algunas otras agotadas. Si algo quedaba claro entre la felicidad y el cansancio, era que oficialmente se había inaugurado un nuevo Gran Hotel.
Los herederos del sueño
Luego de los Centroamericanos, los primeros años del hotel fueron favorables en muchos aspectos, pero el trabajo era duro y esto repercutió directamente en la salud de Guillermo. En 1983 el patriarca sufre un infarto y muere un mes más tarde. Aunque su partida dejó una tristeza imborrable en la vida de sus seres queridos, incluso en la muerte él se encargó de velar por la seguridad de todos.
“Siempre se ocupó de que si él faltara nosotros pudiéramos resolver. Él era muriéndose y decía ‘¿Si pagó la plata de la nómina?’” Cecilia Uribe Mejía.
Antes de partir, gestionó su herencia de tal forma que el Hotel y sus negocios quedaran en una sociedad familiar para que sus hijos pudieran continuar con su sueño y legado. Además, dejó a tres personas en las que confiaba profundamente para guiarlos en lo que necesitaran.
“Eran Eliazar Uribe, quien trabajo junto a Luis Eduardo Yepes en la creación de los almacenes Ley, su mejor amigo Gonzalo Isaza, y el Padre Bernardo Vélez. Nos dejó en manos de ellos tres y nos dijo ‘Estas personas los van a ayudar, consúlteles si necesitan orientación, para que puedan tener con quien hablar y tomar las decisiones’ fueron muy importantes para estructurar lo que es hoy el Gran Hotel”.
Así, el hijo mayor de Guillermo, Guillermo Uribe Mejía (que en paz descanse) gerenció la sociedad dueña del hotel por varios años, durante los cuales consolidó las instalaciones del Gran Hotel, dándole los acabados y completando los servicios de zona húmeda en el último piso del edificio. Logró posicionar el Hotel en un lugar reconocido dentro del turismo. Luego de él, recibió la gerencia su hermano Carlos Mario Uribe Mejía, quien realizó una excelente gestión administrativa y financiera, consolidando el negocio y participando activamente en el cuidado del centro de Medellín.
La vocación del Gran Hotel
“Desde nuestra inauguración oficial con los centroamericanos de 1978, siempre nos caracterizamos por ser el hotel de los deportistas”, Margarita Uribe Mejía.
A través de los años, el hotel recibió visitantes que llegaban para eventos deportivos de diversa índole, algunos son recordados con sumo cariño como la Vuelta a Colombia o el Rally de la Land Rover; e importantes eventos de ciudad como el Festival Nacional de Poesía. Cada uno creaba el ambiente perfecto para vivir la esencia hotelera, los momentos en que la nacionalidad deja de ser relevante y todos comparten espacios íntimos, como la cena o la hora de dormir.
Así mismo, en sus amplios salones de eventos, Gran Hotel vio llevarse a cabo reuniones de incontables compañías, concursos, eucaristías, fiestas de quince y grados.
Huéspedes como el señor Carlos Lerner, francés dueño de la joyería París, habitaron el hotel como residentes permanentes por más de 30 años, el sitio se convirtió para ellos en su hogar, y el personal, en sus seres queridos.
Sin embargo, para la familia Gran Hotel, sus huéspedes más ilustres, a quienes recordarán con mayor afecto, fueron esas familias con pequeños sonrientes que les dieron la confianza para ser el reemplazo de su hogar y que retribuyeron su trabajo con memorias felices al interior de sus paredes.
Julio 22, 2021. Gran Hotel de Medellín: un sueño familiar que cierra sus puertas. Centropolis. https://www.centropolismedellin.com/gran-hotel-de-medellin-cierra-sus-puertas/
"Por: Castaño, V. (2021, July 22). Gran Hotel de Medellín: un sueño familiar que cierra sus puertas. Centrópolis. https://www.centropolismedellin.com/gran-hotel-de-medellin-cierra-sus-puertas/"
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